CAP VII “AMEN”
“Ahora que voy a dormir
Ruego al Señor que cuide mi alma
Y si muero antes de despertar
Ruego al señor que se lleve mi alma”
La plegaria terminaba, siempre con un largo ((AMEN)) besando una señal, universal de cruz en los dedos, aquella corta ceremonia religiosa, daba paso a los sueños de Carlitos.
Después de haber visto entregarse al pequeño en brazos de Morfeo, Santiago decidió tomar una taza de café caliente, por lo cual bajo a la sala de la gran casa de huéspedes, mientras se deslizaba por los rechinantes escalones de madera, aquella ultima oración de la cual hacia apenas dos noches había escuchado de su existencia, le daba vueltas en la cabeza, y es que se preguntaba, ¿Qué clase de mente enfermiza, abría creído que esa plegaria fuera apropiada para su pequeño?
Hoy catorce horas, después de a ver terminado la plegaria, el mismo Santiago pensaba que tal vez, debería de haberse cumplido aquella macabra conjugación de palabras…
21 de Diciembre del 2012
12:21 hrs
Cuando Santiago, estaba por obtener el numero móvil de Dolores, la conquista en turno. Se percato que algo extraño se movía en el cielo, le pareció bastante llamativo, un pequeño objeto con un parecido brillo como el que produce una estrella en la oscuridad de la noche, aunque ciertamente el cielo estaba tan despejado que casi podía obtener un inusual color verdoso.
El objeto parecía cobrar mayor velocidad, por lo cual Santiago no dudo en sacar su reluciente “canon”, con la cual trato de captar con mejor claridad el artefacto que surcaba el espacio, el brillo y velocidad que despedía, impedía un adecuado enfoque, instantes después el pequeño objeto se perdió en la distancia, lo que intrigo a un mas a Santiago fue el inesperado cimbrar bajo sus pies descalzos.
Las personas que se encontraban en los establecimientos, cercanos a la playa salían por montones, dirigiéndose hacia puntos estratégicos para sismos, el movimiento parecía no tener fin, las palmeras se balanceaban de un lado hacia otro, las construcciones, crujían y algunos muebles que adornaban a los mismos caían, aquellos que eran de vidrio, desaparecían en pequeños trozos que brillaban ante el sol de medio día.
Santiago sujetaba a su pequeño, olvidándose ya de su pequeña aventura amorosa de hacia dos minutos, la gente que gritaba asustaba a los mas pequeños, al igual que otros tantos niños, Carlitos comenzó, su acostumbrado chillido del cual hacia maña cada vez que no le agradaba algo o alguien.
Algunas construcciones no resistieron el continuo movimiento, y cedieron ante su fuerza, dejando a más de algún edificio vecino, tan dañado, que muchos dudaron si podrían mantenerse en pie por más tiempo.
Tres minutos mas duro aquel movimiento, del cual Santiago ya dudaba si había sido natural o aquel brillo que observo en el cielo era el culpable de semejante fenómeno.
Cuando la tierra dejo de cimbrarse y todo parecía a verse terminado Santiago observo salir a muchas personas tan deprisa que presintió lo que acontecería, con pasos lentos y con su pequeño derramando lagrimas entre sus brazos, se dirigió hacia un pequeño restaurante donde una decena mas de personas ya se encontraban reunidas, frente a un televisor que aun se mantenía encendido. En la pantalla, un hombre vestido de traje oscuro, informaba que el día de hoy 21 de Diciembre del 2012 un sismo de 8.7 grados en la escala de Richter había tenido origen cerca de las costas de Veracruz a las 12:21 am, por tal motivo se había encendido la alerta de Tsunami en todas las costas del Golfo de México.
Santiago, quedo helado ante tal noticia, fuera del inmueble las personas ya corrían y las primeras sirenas de ambulancia resonaban en la distancia, al igual que varios servidores de la ley, ya daban las primeras instrucciones.
Esperanzado, a que aquella vieja casa de huéspedes estuviese en pie aun, Santiago emprendió su retorno, el suelo quemaba sus pies, y en mas de una ocasión tubo que explicarle a Carlitos, que no pasaba nada y que se mantuviera con la cara pegada a su hombro, mientras caminaba por las calles en destrucción, su involuntaria necesidad de capturar fotografías de aquella catástrofe, le hacia detenerse ante cada oportunidad que se le presentara.
Tan pronto como llego al lugar donde debería de encontrarse la vieja casa de huéspedes, supo que los “berrinches” de Carlitos le habían salvado la vida.
Santiago, trato de ayudar a levantar algunos escombros, pero no lo logro, la impotencia de no poder hacer nada se incrementaba dentro de el, su corazón bombeaba tan de prisa que parecía que se le quería escapar por su boca, aunque lo que si salió de su boca fue un liquido espeso y agrio, Santiago no vomitaba así desde al menos el cuarto semestre de la licenciatura, cuando por diversión apostaba con Raúl quien podía beber mas cantidad de alcohol en menos tiempo.
Junto a Carlitos se encontraba ya una anciana, de la cual Santiago recordaba a verla visto la noche anterior cuando bajó a tomar una taza de café, después de dejar dormido a su pequeño.
La mujer, limpiaba las lágrimas de las mejillas de Carlitos, y le decía que su padre solo se sentía un poquito enfermo, pero que ya se le pasaría.
Carlitos miraba a su alrededor y preguntaba porque la casa había desaparecido, cuando Santiago se acerco Carlitos lo sujeto de la mano y pregunto si tenia él culpa de lo que pasaba, Santiago, no tenia fuerzas para contestar y quedo mudo sin saber que contestar.
Algunos camiones militares, irrumpían entre las calles cargados ya por decenas de personas que serian llevadas a los puntos más altos de la ciudad. La mujer que había permanecido junto a Carlitos y su padre, aconsejaba tomar cuanto antes un camión de aquellos para escapar del Tsunami, Santiago opto por tomar la palabra de aquella anciana muy enserio. Aunque se percato unos dos minutos después que ningún camión, ya los podía recoger, inclusive más de cuatro sujetos cayeron del último camión que logro pasar por aquellas calles.
Fue en aquél instante cuando Santiago, prefirió subir a pie hacia la carretera, tal vez y con suerte podrían avanzar mucho mas rápido por la carretera infestada de autos que pretendía salir de la ciudad.
Cuando Santiago cruzaba ya la carretera que le llevaría cerca de la fila de camiones militares, escucho que delante se suscitaba una pelea entre un hombre uniformado y dos tipos de vestimenta grasienta, seguramente empleados de algún taller mecánico, los dos tipos enfrentaban al uniformado discutiendo algo sobre una falla en su pipa de gas estacionario y la cual no podían quitar de la carretera. Uno de los hombres parecía estar ebrio pues no podía mantener el equilibrio, lo que confirmo su estado alcoholizado fue el vomito que arrojo sobre el rostro de Humberto, el cabo que les pedía muy atentamente que trataran de mover su unidad. Humberto arrojo al pesado sujeto contra la pipa lo cual ínsito a que el compañero del grasiento hombre comenzara un forcejeo con el uniformado.
Tres uniformados mas bajaban ya de la unidad militar, mientras Santiago amortiguaba sus pasos descalzos sobre el asfalto.
(((¡¡¡ Hey Santi!!!)))
Santiago reconocía aquella peculiar voz ronca y alcohólica de Julián, aun sin voltear sabia que se trataba de el.
Julián era un viejo amigo de Santiago, era un hombre que disfrutaba del Whiskey, mujeres de taberna y motocicletas, desde muy joven había emprendido un viaje en su vieja moto “YAMAHA VIRAGO 1000 MOD 90” la cual había sido un regalo del novio rico de su madre, cuando el tenia tan solo quince años y compartía el salón de secundaria con el simpático Santi, juntos solían salir a levantar chicas, con el carisma de Santiago y la motocicleta de Julián se convirtieron en los tipos mas populares del barrio.
Era una verdadera sorpresa a verse encontrado en aquel rincón del mundo después de diez años, Julián viajaba ahora en una “Harley davidson dyna wide glide 2011” con un grupo de hombres que vestían extravagantes trajes de cuero negro, con aspecto de hombres rudos, entre aquellos extraños, Santiago distinguía la peculiar manera de sonreír de Julián.
Julián bajaba de su motocicleta y extendía los brazos hacia su viejo amigo
¡¡Hey Santi!!, ¿cuanto tiempo? Pero no pongas la cara de Imbécil y salúdame
Mejor guardemos los saludos para después y salgamos de aquí
¿Crees que nos puedas dar un aventón?
Los motores de las motocicletas rugieron dejando detrás una columna de neumático quemado, Carlitos viajaba entre la espalda de Julián y el pecho de su padre, mientras la vieja de la casa de huéspedes, viajaba bien sujetada a la espalda de “Slash” el cuarentón que insistía en que le llamaran como su ídolo musical, del cual trataba de imitar inclusive su abultada melena, que escapaba bajo el casco, adornado con un gran símbolo de rosas envolviendo con espinas un par de pistolas.
Al pasar junto a los soldados que ya controlaban la situación, Santiago trato de sacar su “canon” para tomar algunas fotografías en movimiento, pero pasaron tan de prisa que casi soltó la cámara, algunos metros mas adelante y con la cámara apuntando hacia ya los lejanos camiones militares, el suelo volvió a cimbrarse, pero esta vez no era a causa de un sismo, detrás de ellos una gran llamarada se alzaba sobre la carretera justo donde segundos antes había existido una pipa de gas estacionario.
En los encabezados de algún periódico amarillista, seguramente la noticia del día siguiente seria que, “Un pleito de mecánicos borrachos, y un inexperto soldado, había cobrado la vida de al menos cuarenta inocentes”.
El viento que acariciaba el rostro de Santiago, le hacían recordar la época en que nada le preocupaba, cuando sus únicos problemas eran entregar las boletas de bimestres atrasados a la mujer que lo cuidaba desde niño, recordaba como aquella adolescencia, no fue tan mala después de todo, pues no se comparaba para nada el tratar de exprimir un barrito a tratar de exprimir de su billetera hasta el ultimo centavo. O decirle a la novia en turno que ya no quería ser más su novio, pues hoy en día trataba de olvidar a la única mujer que había amado.
Los recuerdos nostálgicos de Santiago fueron cortados, por la voz de Julián el cual ya discutía con uno de sus compañeros de carretera, el cual le explicaba que tenían que tomar otro camino pues la carretera se encontraba partida a la mitad justo cien metros delante de ellos, Santiago trato de intervenir diciendo que tal vez, hasta ese punto no llegarían las olas del tsunami, aunque el mismo dudaba de sus palabras.
Regresar y tomar otro camino, a menos de pocos minutos que las olas tocaran tierra, era una idea demasiado arriesgada, pero de alguna manera tenían que salir de hay, “Slash” que era el ultimo hombre en llegar con la anciana como acompañante informo a los miembros de la caravana, que había visto unos 30 metros atrás una saliente, la cual podría llevarlos fuera de aquel lugar.
Los motores volvieron a rugir, tomando la nueva alternativa, al bajar por la inclinada curva se dibujo ante ellos un gran camino de terracería que bajaba, justamente por el camino que conducía hacia la nada, pronto el grupo de motociclistas se percato que aquel camino era solo una entrada hacia alguna granja, por lo cual tuvieron que regresar, para tomar otra decisión, el quedarse justo donde terminaba la carretera destruida o regresar algunos cientos de metros y buscar otra salida.
La decisión fue retornar unos cuantos cientos de metros, lo cual no resulto como todos hubiesen querido, las salientes que encontraban solo llevaban a cabañas y otras solo eran entradas a cafeterías para camioneros, el tiempo se agotaba y las primeras olas tocaban tierra arrasando con, los pequeños botes que aun quedaban sobre el puerto, las sombrillas fueron arrastradas, las construcciones cercanas a las playas fueron inundadas por las aguas saladas del mar. Algunas personas que aun permanecían en la ciudad fueron devoradas por el mar, la sal y la destrucción.
Cuando por fin, Julián encontró una buena manera de salir del embrollo, fue demasiado tarde las olas ya chocaban contra los primeros autos de la pista, los ocupantes de aquellos primeros autos, no tuvieron oportunidad de escapar, y de igual manera fueron arrastrados hacia la negra y húmeda muerte.
Los siete motociclistas tuvieron que tomar un camino de terracería el cual daba paso a una pequeña ciudad ya bastante dañada por el sismo.
Aquella caravana de motociclistas que entraba en la ciudad, para después tomar un camino hacia una alta vereda, tendría que evitar muchos mas obstáculos de los que se imaginaran.
Seis motocicletas rugían ya dentro de la ciudad que estaba siendo devorada por negras aguas de mar, el séptimo motociclista, jamás salió de la curva que acababan de dejar 30 metros atrás, Tres hombres mas desaparecieron entre camiones que obstaculizaban la avenida y uno más derrapo entre una multitud que trataba de escapar del inminente final.
Un objeto paso rosando la motocicleta que transportaba a dos hombres y un pequeño, cuando uno de los hombres volteo para sacar una ultima fotografía de las negras olas, se helo al contemplar la motocicleta de aquel hombre que llamaban “Slash”, en el pavimento ya hacían dos cuerpos envueltos en grandes charcos de sangre, dos hombres mas junto a los cuerpos se retorcían de dolor y la motocicleta había quedado sin una llanta y girando en círculos antes de destrozarse entre una pared del pequeño negocio de zapatos de cuero, fabricados en la región.
Las olas cada vez más parecían ceder ante el poder de la motocicleta de Julián, aquel mounstro de gran lengua húmeda y saliva salada, parecía que quería devorarse el mundo entero y aquel era el primer bocado.
Los últimos esfuerzos por subir calle arriba parecía perjudicar a aquella motocicleta, pues cuando parecía que llegarían a la cima. La motocicleta comenzó a fallar, las llantas temblaban bajo el pavimento, en aquel instante el transporte cedió y no volvió a girar nunca más. Santiago, no tuvo tiempo de pensar que dirección debía de tomar, una pequeña mujer de piel oscura de descendencia Africana posiblemente. Tomo su mano y lo condujo tan de prisa que parecía volar hacia un destartalado edificio, donde ya hacia una vieja camioneta estacionada justo enfrente de una gran entrada, adornada con grandes letras en un dorado que relucía a la luz del sol bajo un fondo azul marino, hoy solo se podía leer, AS…R.
Cuando la mujer entro al edificio condujo a los dos hombres hacia las escaleras, mientras las primeras, manchas de agua se colaban ya por las ventanas rotas, y devoraban los sillones que en algún momento fueron cómodos lugares de descanso.
Santiago lo había logrado la azotea de aquel viejo hotel le había salvado la vida, Julián se desvanecía en el filo de la azotea observando como las olas devoraban la pequeña ciudad, Santiago solo podía abrazar el pequeño tesoro que guardaba bajo sus brazos, con los ojos hinchados y una gran herida en uno de sus brazos que requería ser curada en seguida.
La pequeña mujer de color, le condujo a una improvisada sala de enfermos, en la cual se encontraban personas con heridas parecidas a las suyas, y en el fondo una mujer embarazada bañada en sangre. De la cual, Santiago supo minutos después que el pequeño había nacido muerto y que la mujer posiblemente le acompañaría en unas horas más.
Por: Francisco Valdez Vidal.