jueves, 1 de marzo de 2012

CAP VII “AMEN”

CAP VII “AMEN”
“Ahora que voy a dormir
Ruego al Señor que cuide mi alma
Y si muero antes de despertar
Ruego al señor que se lleve mi alma”
La plegaria terminaba, siempre con un largo ((AMEN)) besando una señal, universal de cruz en los dedos, aquella corta ceremonia religiosa, daba paso a los sueños de Carlitos.
Después de haber visto entregarse al pequeño en brazos de Morfeo, Santiago decidió tomar una taza de café caliente, por lo cual bajo a la sala de la gran casa de huéspedes, mientras se deslizaba por los rechinantes escalones de madera, aquella ultima oración de la cual hacia apenas dos noches había escuchado de su existencia, le daba vueltas en la cabeza, y es que se preguntaba, ¿Qué clase de mente enfermiza, abría creído que esa plegaria fuera apropiada para su pequeño?
Hoy catorce horas, después de a ver terminado la plegaria, el mismo Santiago pensaba que tal vez, debería de haberse cumplido aquella macabra conjugación de palabras…
21 de Diciembre del 2012
12:21 hrs
Cuando Santiago, estaba por obtener el numero móvil de Dolores, la conquista en turno. Se percato que algo extraño se movía en el cielo, le pareció bastante llamativo, un pequeño objeto con un  parecido brillo como el que produce una estrella en la oscuridad de la  noche, aunque ciertamente el cielo estaba tan despejado que casi podía obtener un  inusual color verdoso.
El objeto parecía cobrar mayor velocidad, por lo cual Santiago no dudo en sacar su reluciente “canon”, con la cual trato de captar con mejor claridad el artefacto que surcaba el espacio, el brillo y velocidad que despedía, impedía un adecuado enfoque, instantes después el pequeño objeto se perdió en la distancia, lo que intrigo a un mas a Santiago fue el inesperado cimbrar bajo sus pies descalzos.
Las personas que se encontraban en los establecimientos, cercanos a la playa salían por montones, dirigiéndose hacia puntos estratégicos para sismos, el movimiento parecía no tener fin, las palmeras se balanceaban de un lado hacia otro, las construcciones, crujían y algunos muebles que adornaban a los mismos caían, aquellos que eran de vidrio, desaparecían en pequeños trozos que brillaban ante el sol de medio día.
Santiago sujetaba a su pequeño, olvidándose ya de su pequeña aventura amorosa de hacia dos minutos, la gente que gritaba asustaba a los mas pequeños, al igual que otros tantos niños, Carlitos comenzó, su acostumbrado chillido del cual hacia maña cada vez que no le agradaba algo o alguien.
Algunas construcciones no resistieron el continuo movimiento, y cedieron ante su fuerza, dejando a más de algún edificio vecino, tan dañado, que muchos dudaron si podrían mantenerse en pie por más tiempo.
Tres minutos mas duro aquel movimiento, del cual Santiago ya dudaba si había sido natural o aquel brillo que observo en el cielo era el culpable de semejante fenómeno.
Cuando la tierra dejo de cimbrarse y todo parecía a verse terminado Santiago observo salir a muchas personas tan deprisa que presintió lo que acontecería, con pasos lentos y con su pequeño  derramando lagrimas entre sus brazos, se dirigió hacia un pequeño restaurante donde una decena mas de personas ya se encontraban reunidas, frente a un televisor que aun se mantenía encendido. En la pantalla, un hombre vestido de traje oscuro, informaba que el día de hoy 21 de Diciembre del 2012 un sismo de 8.7 grados en la escala de Richter había tenido origen cerca de las costas de Veracruz a las 12:21 am, por tal motivo se había encendido la alerta de Tsunami en todas las costas del Golfo de México.
Santiago, quedo helado ante tal noticia, fuera del inmueble las personas ya corrían y las primeras sirenas de ambulancia resonaban en la distancia, al igual que varios servidores de la ley, ya daban las primeras instrucciones.
Esperanzado, a que aquella vieja casa de huéspedes estuviese en pie aun, Santiago emprendió su retorno, el suelo quemaba sus pies, y en mas de una ocasión tubo que explicarle a Carlitos, que no pasaba nada y que se mantuviera con la cara pegada a su hombro, mientras caminaba por las calles en destrucción, su involuntaria necesidad de capturar fotografías de aquella catástrofe, le hacia detenerse  ante cada oportunidad que se le presentara.
Tan pronto como llego al lugar donde debería de encontrarse la vieja casa de huéspedes, supo que los “berrinches” de Carlitos le habían salvado la vida.
Santiago, trato de ayudar a levantar algunos escombros, pero no lo logro, la impotencia de no poder hacer nada se incrementaba dentro de el, su corazón bombeaba tan de prisa que parecía que se le quería escapar por su boca, aunque lo que si salió de su boca fue un liquido espeso y agrio, Santiago no vomitaba así desde al menos el cuarto semestre de la licenciatura, cuando por diversión apostaba con Raúl quien podía beber mas cantidad de alcohol en menos tiempo.
Junto a Carlitos se encontraba ya una anciana, de la cual Santiago recordaba a verla visto la noche anterior cuando bajó a tomar una taza de café, después de dejar dormido a su pequeño.
La mujer, limpiaba las lágrimas de las mejillas de Carlitos, y le decía que su padre solo se sentía un poquito enfermo, pero que ya se le pasaría.
Carlitos miraba a su alrededor y preguntaba porque la casa había desaparecido, cuando Santiago se acerco Carlitos lo sujeto de la mano y pregunto si tenia él culpa de lo que pasaba, Santiago, no tenia fuerzas para contestar y quedo mudo sin saber que contestar.
Algunos camiones militares, irrumpían entre las calles cargados ya por decenas de personas que serian llevadas a los puntos más altos de la ciudad. La mujer que había permanecido junto a Carlitos y su padre, aconsejaba tomar cuanto antes un camión de aquellos para escapar del Tsunami, Santiago opto por tomar la palabra de aquella anciana muy enserio. Aunque se percato unos dos minutos después que ningún camión, ya los podía recoger, inclusive más de cuatro sujetos cayeron del último camión que logro pasar por aquellas calles.
Fue en aquél instante cuando Santiago, prefirió subir a pie hacia la carretera, tal vez y con suerte podrían avanzar mucho mas rápido por la carretera infestada de autos que pretendía salir de la ciudad.
Cuando Santiago cruzaba ya la carretera que le llevaría cerca de la fila de camiones militares, escucho que delante se suscitaba una pelea entre un hombre uniformado y dos tipos de vestimenta grasienta, seguramente empleados de algún taller mecánico, los dos tipos enfrentaban al uniformado discutiendo algo sobre una falla en su pipa de gas estacionario y la cual no podían quitar de la carretera. Uno de los hombres parecía estar ebrio pues no podía mantener el equilibrio, lo que confirmo su estado alcoholizado fue el vomito que arrojo sobre el rostro de Humberto, el cabo que les pedía muy atentamente que trataran de mover su unidad. Humberto arrojo al pesado sujeto contra la pipa lo cual ínsito a que el compañero del grasiento hombre comenzara un forcejeo con el uniformado.
Tres uniformados mas bajaban ya de la unidad militar, mientras Santiago amortiguaba sus pasos descalzos sobre el asfalto.
(((¡¡¡ Hey Santi!!!)))
 Santiago reconocía aquella peculiar voz ronca y alcohólica de Julián, aun sin voltear sabia que se trataba de el.
Julián era un viejo amigo de Santiago, era un hombre que disfrutaba del Whiskey, mujeres de taberna y motocicletas, desde muy joven había emprendido un viaje en su vieja moto “YAMAHA VIRAGO 1000 MOD 90” la cual había sido un regalo del novio rico de su madre, cuando el tenia tan solo quince años y compartía el salón de secundaria con el simpático Santi, juntos solían salir a levantar chicas, con el carisma de Santiago y la motocicleta de Julián se convirtieron en los tipos mas populares del barrio.
Era una verdadera sorpresa a verse encontrado en aquel rincón del mundo después de diez años, Julián viajaba ahora en una “Harley davidson dyna wide glide 2011” con un grupo de hombres que vestían extravagantes trajes de cuero negro, con aspecto de hombres rudos, entre aquellos extraños, Santiago distinguía la peculiar manera de sonreír de Julián.
Julián bajaba de su motocicleta y extendía los brazos hacia su viejo amigo
¡¡Hey Santi!!, ¿cuanto tiempo? Pero no pongas la cara de Imbécil y salúdame
Mejor guardemos los saludos para después y salgamos de aquí
¿Crees que nos puedas dar un aventón?
Los motores de las motocicletas rugieron dejando detrás una columna de neumático quemado, Carlitos viajaba entre la espalda de Julián y el pecho de su padre, mientras la vieja de la casa de huéspedes, viajaba bien sujetada a la espalda de “Slash” el cuarentón que insistía en que le llamaran como su ídolo musical, del cual trataba de imitar inclusive su abultada melena, que escapaba bajo el casco, adornado con un gran símbolo de rosas envolviendo con espinas un par de pistolas.
Al pasar junto a los soldados que ya controlaban la situación, Santiago trato de sacar su “canon” para tomar algunas fotografías en movimiento, pero pasaron tan de prisa que casi soltó la cámara, algunos metros mas adelante  y con la cámara apuntando hacia ya los lejanos camiones militares, el suelo volvió a cimbrarse, pero esta vez no era a causa de un sismo, detrás de ellos una gran llamarada se alzaba sobre la carretera justo donde segundos antes había existido una pipa de gas estacionario.
En los encabezados de algún periódico amarillista, seguramente la noticia del día siguiente seria que, “Un pleito de mecánicos borrachos, y un inexperto soldado, había cobrado la vida de al menos cuarenta  inocentes”.
El viento que acariciaba el rostro de Santiago, le hacían recordar la época en que nada le preocupaba, cuando sus únicos problemas eran entregar las boletas de bimestres atrasados a la mujer que lo cuidaba desde niño, recordaba como aquella adolescencia, no fue tan mala después de todo, pues no se comparaba para nada el tratar de exprimir un barrito a tratar de exprimir de su billetera  hasta el ultimo centavo. O decirle a la novia en turno que ya no quería ser más su novio, pues hoy en día trataba de olvidar a la única mujer que había amado.
Los recuerdos nostálgicos de Santiago fueron cortados, por la voz de Julián el cual ya discutía con uno de sus compañeros de carretera, el cual le explicaba que tenían que tomar otro camino pues la carretera se encontraba partida a la mitad justo cien metros delante de ellos, Santiago trato de intervenir diciendo que tal vez, hasta ese punto no llegarían las olas del tsunami, aunque el mismo dudaba de sus palabras.
Regresar y tomar otro camino, a menos de pocos minutos que las olas tocaran tierra, era una idea demasiado arriesgada, pero de alguna manera tenían que salir de hay, “Slash” que era el ultimo hombre en llegar con la anciana como acompañante informo a los miembros de la caravana, que había visto unos 30 metros atrás una saliente, la cual podría llevarlos fuera de aquel lugar.
Los motores volvieron a rugir, tomando la nueva alternativa, al bajar por la inclinada curva se dibujo ante ellos un gran camino de terracería que bajaba, justamente por el camino que conducía hacia la nada, pronto el grupo de motociclistas se percato que aquel camino era solo una entrada hacia alguna granja, por lo cual tuvieron que regresar, para tomar otra decisión, el quedarse justo donde terminaba la carretera destruida o regresar algunos cientos de metros y buscar otra salida.
La decisión fue retornar unos cuantos cientos de metros, lo cual no resulto como todos hubiesen querido, las salientes que encontraban solo llevaban a cabañas y otras solo eran entradas a cafeterías para camioneros, el tiempo se agotaba y las primeras olas tocaban tierra arrasando con, los pequeños botes que aun quedaban sobre el puerto, las sombrillas fueron arrastradas, las construcciones cercanas a las playas fueron inundadas por las aguas saladas del mar. Algunas personas que aun permanecían en la ciudad fueron devoradas por el mar, la sal y la destrucción.
Cuando por fin, Julián encontró una buena manera de salir del embrollo, fue demasiado tarde las olas ya chocaban contra los primeros autos de la pista, los ocupantes de aquellos primeros autos, no tuvieron oportunidad de escapar, y de igual manera fueron arrastrados hacia la negra y húmeda muerte.
Los siete motociclistas tuvieron que tomar un camino de terracería el cual daba paso a una pequeña ciudad ya bastante dañada por el sismo.
Aquella caravana de motociclistas que entraba en la ciudad, para después tomar un camino hacia una alta vereda, tendría que evitar muchos mas obstáculos de los que se imaginaran.
Seis motocicletas rugían ya dentro de la ciudad que estaba siendo devorada por negras aguas de mar, el séptimo motociclista, jamás salió de la curva que acababan de dejar 30 metros atrás, Tres hombres mas desaparecieron entre camiones que obstaculizaban la avenida y uno más derrapo entre una multitud que trataba de escapar del inminente final.
Un objeto paso rosando la motocicleta que transportaba a dos hombres y un pequeño, cuando uno de los hombres volteo para sacar una ultima fotografía de las negras olas, se helo al contemplar la motocicleta de aquel hombre que llamaban “Slash”, en el pavimento ya hacían dos cuerpos envueltos en grandes charcos de sangre, dos hombres mas junto a los cuerpos se retorcían de dolor y la motocicleta había quedado sin una llanta y girando en círculos antes de destrozarse entre una pared del pequeño negocio de zapatos de cuero, fabricados en la región.
Las olas cada vez más parecían ceder ante el poder de la motocicleta de Julián, aquel mounstro de gran lengua húmeda y saliva salada, parecía que quería devorarse el mundo entero y aquel era el primer bocado.
Los últimos esfuerzos por subir calle arriba parecía perjudicar a  aquella motocicleta, pues cuando parecía que llegarían a la cima. La motocicleta comenzó a fallar, las llantas temblaban bajo el pavimento, en aquel instante el transporte cedió y no volvió a girar nunca más. Santiago, no tuvo tiempo de pensar que dirección debía de tomar, una pequeña mujer de piel oscura de descendencia Africana posiblemente. Tomo su mano y lo condujo tan de prisa que parecía volar hacia un destartalado edificio, donde ya hacia una vieja camioneta estacionada justo enfrente de una gran entrada, adornada con grandes letras en un dorado que relucía a la luz del sol bajo un fondo azul marino, hoy solo se podía leer, AS…R.
Cuando la mujer entro al edificio condujo a los dos hombres hacia las escaleras, mientras las primeras, manchas de agua se colaban ya por las ventanas rotas, y devoraban los sillones que en algún momento fueron cómodos lugares de descanso.
Santiago lo había logrado la azotea de aquel viejo hotel le había salvado la vida, Julián se desvanecía en el filo de la azotea observando como las olas devoraban la pequeña ciudad, Santiago solo podía abrazar el pequeño tesoro que guardaba bajo sus brazos, con los ojos hinchados y una gran herida en uno de sus brazos que requería ser curada en seguida.
La pequeña mujer de color, le condujo a una improvisada sala de enfermos, en la cual se encontraban personas con heridas parecidas a las suyas, y en el fondo una mujer embarazada bañada en sangre. De la cual, Santiago supo minutos después que el pequeño había nacido muerto y que la mujer posiblemente le acompañaría en unas horas más.
Por: Francisco Valdez Vidal.

jueves, 16 de febrero de 2012

CAP VI FOTOGRAFÍA

CAP VI
FOTOGRAFÍA
Las razones, se habían terminado…
 Para Solís, el privilegio de debatir entre la vida y la muerte se le habían negado.
 Hacia ya algunas horas, se le había terminado la “fe” (si es que en realidad, la había tenido alguna vez).
El mundo había girado, tan de prisa que no tubo oportunidad de girar con el. Solís había permanecido más de treinta minutos observando el pequeño cuerpo, envuelto en aquellas sabanas ensangrentadas y nauseabundas de hotel barato.
Acariciaba cada parte del cuerpo sin vida, le hablaba al oído y le contaba lo maravillosa que era su madre y lo estúpido que era su padre.
Aquella escena quedo impregnada, no solo en el alma de Solís ni de la mayoría de la gente que compartía en esos momentos la azotea de hotel, sino también en la cámara digital  “CANON MODELO EOS 1D MARK II” que portaba Santiago, un fotógrafo, que ocasionalmente el día anterior había decidido tomar vacaciones, para poder compartir mas tiempo con Carlos su pequeño de cuatro años. Los reproches de su ex esposa, le había hecho tomar la decisión, además unos días de vacaciones le venían de maravilla aunado a las hermosas fotografías que podría tomar del mar, el atardecer, la playa, y claro los memorables recuerdos con Carlitos, aunque en esta ocasión la “canon” había capturado, algo mas que solo bellos paisajes, pues “la vida también esta llena de esas escenas que uno preferiría solo pasaran en la televisión o en el cine”.
Santiago, había capturado, docenas de escenas desde los primeros minutos del desastre.

21 de diciembre del 2012
12:00 am
Santiago tomaba una magnifica fotografía, de un pequeño niño con pantalones cortos, una camiseta que le doblaba la talla, con un gran estampado, de la película infantil de moda, el pequeño posaba sonriendo mostrando a la cámara, dos grandes cocos, los cuales no pudo sostener, resbalando estos  hacia los pies del pequeño, que solo estaban forrados por unos pequeños guaraches de piel, regalo comprado en el mercado central, Santiago trato de convencer al pequeño que no llorase, prometiéndole comprarle lo que quisiese, Carlitos que estaba acostumbrado a que Papá le consintiera, reanudo el llanto exigiendo salir a la playa para buscar un enorme tiburón como el que habían visto la noche anterior en televisión.  
Santiago no dudo en prometer cumplir la exigencia de su único hijo, así que mitigado el llanto, emprendieron la marcha hacia la playa que ya les esperaba fuera del restaurante donde habían desayunado.
12:18 am
Carlitos jugaba ya en la arena, junto con un par de niños, a los cuales había adoptado ya como sus amigos hacia cinco minutos.
Mientras tanto, Santiago utilizaba sus dotes de conquistador con una joven, a la cual ya le había contado la mitad de su vida en pocos minutos, no es que Santiago estuviera, vacio de amor, solamente que no perdía la oportunidad de un amor de ocasión, y es que a Santiago no le costaba trabajo hacer amigos, desde pequeño había sido, “Muy parlanchín” según Doña Julieta, la mujer que le había criado, desde que quedo huérfano, por caprichos de la naturaleza en un terremoto que había sacudido la ciudad de México en el ya lejano “1985” cuando solo contaba con dos meses de edad.
Santiago era un hombre de muchas palabras, razón por la cual, tenia más de un amorío.
De grandes ojos de un oscuro penetrante, cuerpo atlético, aunque de gimnasio o ejercicio al aire libre no sabia nada, Santiago decía que todo era solo genético. Su trabajo no era nada despreciable, todos los días tomaba fotografías a chicas con diminutos bikinis, aunque su verdadera pasión era tomar fotografías de la vida cotidiana, pues pensaba que “a veces dejamos escapar imágenes realmente bellas, pequeños instantes que nos sorprenderían si observáramos con atención”
Aquella manera de pensar, le había valido, ganarse el corazón de Anny, de la cual aun seguía enamorado como la primera vez que le había visto, envuelta en una horrenda bata de dormir. Santiago había quedado sumido en su belleza natural, solo le despertó de aquel sueño de amor, un golpe en la nuca que le propinaba Raúl su amigo de universidad, quien con un sonoro (((¿Te gusta?, no te lo recomiendo esta loca))) le hacia saber que aquella pequeña mujer que había salido del baño y le observaba con las mejillas coloradas y el cabello sostenido en una coleta de caballo, era su hermana Anny, de escasos diez y ocho  años, dos menos que el. Desde aquel momento sabia que aquella mujer seria la madre de sus hijos.
Aunque ahora nueve años después, ella no le quisiese ver ni en pintura, un mal entendido, le había válido el divorcio.
Además, en sus vidas se interponía un, profesor universitario que había envuelto la mente de Anny y no solo la mente según ella también su corazón, con hermosos cuentos de un prospero final feliz…

viernes, 10 de febrero de 2012

CAP V

CAP V
EL CIELO Y EL MAR
 Justo cuando llegaban a un edificio que aun seguía en pie ( quien sabe por cuanto tiempo), Solís dudo en ese preciso instante, si había tomado una buena decisión, la camioneta destartalada se debuto frente a lo que parecía a ver sido un edificio que prestaba servicios de hospedaje, con un gran letrero de alguna agencia, de la que aquel hombre jamás había escuchado, el letrero gigante alguna vez había tenido un nombre extranjero adornado con grandes letras en un dorado que relucía a la luz del sol bajo un fondo azul marino, hoy solo se podía leer, AS…R.
Cuando los siete pacientes de la ostentosa ambulancia bajaron, Solís tomo en sus brazos a su mujer, uno de los hombres que le habían subido a la camioneta ayudo al hombre, una joven de no mas de 20 años salió al encuentro de los nuevos pacientes y pronto alguien mas la siguió.
Dos chicas más, tomaban algunas sabanas azules, posiblemente de las camas de aquel desbalanceado hotel de paso, para cargar a los heridos. Una de las chicas parecía tener el mando, la misma que había salido en primera instancia, ordeno rápidamente subir lo mas pronto posible al punto mas alto del edificio, docenas de personas corrían ya dentro del hotel, Solís caminaba tan rápido como le permitía el peso de su mujer, mismo que ya compartía con el paramédico y los militares que le había acompañado desde ya hacia varios segundos, El edificio era un caos, la mitad de una de las paredes estaba derrumbada, los cristales habían sido destrozados, gente gritaba desde los ascensores.
Cuando pasaban frente a un elevador del que solo se podía ver algunos dedos que clamaban ayuda para abrir la puerta, Solís no dejaba de pensar que había sido una malísima idea haber entrado a la ciudad y de eso ya hacia veinte minutos.
El camino por las escaleras parecía no tener fin, el trayecto fue tan lento que Solís tubo que soltar en mas de una ocasión la improvisada camilla, la cual ahora Solís daba cuenta que solo era una puerta de madera que los paramédicos habían sacado de quien sabe que lugar. De la puerta Solís solo sabía que era el número “Setenta y siete”. Cuando llegaron al fin a la planta alta del maltrecho hotel, Solís resbalo en el umbral y fue a dar contra una maya de recuadros forrados con plástico verde, la cabeza del hombre choco contra el piso de concreto, abriendo una gran herida sobre su ceja derecha, Solís toco su cara y trato de ponerse en pie, mientras dos personas mas que llegaban detrás de el, le ayudaban a incorporarse, la cara del hombre se cubrió por completo de la abundante sangre que brotaba de la herida.
Tal vez fuera por el golpe en la cabeza y la fatiga de las tres noches o que no había podido dormir bien, ni haber probado alimentos más que tres cigarrillos, aquel corpulento hombre se desvanecía…
…Después de todo, ahora la mente de Solís solo dio paso a oscuridad y silencio…
Cuando Solís despertó, el sol decaía ya sobre el horizonte, unas pequeñas gotas de sudor resbalaban sobre sus mejillas, trato de ponerse en pie, se percato que se encontraba acompañado por varias personas, no podía recordar como había llegado hasta ese lugar ni que hacia ahí, noto que le hacia falta un zapato y que su playera deportiva estaba manchada con sangre, toco sus rodillas bajo los jeans vaqueros que llevaba puestos, y apoyo su cabeza sobre las mismas, pasaron varios minutos antes de que se diera cuenta que su cabeza estaba cubierta por una venda, pronto los recuerdos volvieron con violencia, fue hasta ese momento que trato de buscar a su mujer.
Una mujer que se encontraba a un costado de Solís le comunico que su mujer estaba seguramente con las enfermeras y los paramédicos que habían improvisado una pequeña sala de enfermos.
Solís camino acompañado por la Mujer que ahora sabía se llamaba Lorena, de la cual logro investigar era un huésped del hotel, de nacionalidad Española  y que estaba en ese lugar antes del sismo y Tsunami, solo de vacaciones.
Llegando a la improvisada sala, Solís encontró a su mujer recostada sobre varias sabanas azules, con el rostro bañado en sudor, la boca seca y los ojos cerrados, se acerco como contando sus pasos, la enfermera o lo que parecía ser una enfermera, le explico con toda calma que su mujer se encontraba en muy mal estado y que posiblemente no podría sobrevivir sin atención profesional y de inmediato.
Trinidad Fernández había perdido al pequeño a las 12:51 diez minutos, después que las primeras olas del mar entraban, en todas las playas veracruzanas y gran parte de las costas del Golfo de México, cuando Solís había perdido el conocimiento, Trinidad había sido trasladada junto con otro grupo de personas a un improvisado quirófano, el inexperto paramédico, jamás había atendido a tantas personas heridas al mismo tiempo su inexperiencia cobro la vida no solo del hijo de Solís, sino que no pudo dar auxilio a tres personas mas y aunque el paramédico hubiese sido el mejor, la situación jamás podría haber sido la mejor.
Aquel hombre que hacia  apenas dos noches, había visto tras una pantalla azul lo que seria su primogénito, hoy lloraba frente a una sabana azul, ennegrecida por la sangre seca, con la que envolvía un pequeño cuerpo que jamás tuvo la oportunidad de reír, de llorar, de conocer el mundo…
El hombre salió, envuelto en la sabana llevaba sus sueños muertos, las lagrimas corrían libremente bajo sus ojos verdes, camino hasta la orilla de la azotea de hotel, sus ojos escudriñaban el horizonte bajo el hotel el mar había alcanzado todo lo que pudo a su paso, el mar parecía a ver llegado hasta el para llevarse todo su dolor, pero a su paso había dejado destruccion, dolor y odio, aunque ni esa escena apocalíptica le tocaba el corazón...
Pues ya lo tenia destrozado…   

jueves, 9 de febrero de 2012

CAP IV DISYUNTIVA...

CAP IV
DISYUNTIVA
Pronto el ruido de las ambulancias irrumpía en las calles, en las que alguna vez, habían existido edificios, casas, gente…
Las personas corrían llorando, algunas más solo corrían. Los más jóvenes, trataban de ayudar a todo aquel que lo necesitase.
“cosa extraña, en estos tiempos, parecería que en ocasiones las desgracias unen a las personas”
La pequeña ciudad costera era un caos, el ir y venir de personas no cesaba, al igual que el rechinar de llantas, rugir de sirenas, y gritos de dolor, el miedo comenzaba a reinar en las personas que sabían que algo peor estaba por suceder, que el sismo solo era un pequeña parte de la gran catástrofe que se avecinaba.
Pronto el ejercito brindaba ayuda e información, cientos de uniformados formaban grandes grupos de personas, a las cuales retiraban por docenas en camiones, las principales carreteras eran ya un obsoleto recurso para salir de cualquier lugar. Helicópteros surcaban los cielos, Las escuelas públicas y privadas fueron abarrotadas por madres que lloraban al observar las eminentes estructuras destrozadas, pequeños cuerpos eran sacados de los escombros menos pesados, algún pequeño lloraba, pero nadie sabía siquiera el lugar donde se encontraba.
Solís, salió de su casa, con todo el peso de su mujer bajo sus brazos.
Las llantas del pequeño Audi giraban de nueva cuenta, el camino seria mucho mas largo que de costumbre, al salir de la pequeña zona habitacional Solís noto que no seria buena idea seguir por la carretera atestada de cientos de autos, que seguramente tenían menos urgencia que el mismo de salir de aquel infierno, recordó que cerca de la entrada a la carretera había un camino de terracería que lo conduciría  a la ciudad donde mas  de un medico todavía debía de quedar, aunque en esta ocasión Solís tenia una gran disyuntiva, el solo hecho de dirigirse a la ciudad, era un riesgo terrible, el riesgo de quedar atrapado entre la devastación y el no encontrar un hospital en pie, o tratar de salir de aquel lugar con el riesgo de perder a los dos seres mas importantes de su vida, sin olvidar que su pequeño hermano embustero, se encontraba aun en aquella devastada ciudad.
Solís detuvo el auto justo delante del camino de terracería, toda su vida que había planeado junto a su esposa pasaba por su mente “con los ojos cerrados, pero con el corazón abierto”, podía ver claramente su rostro repleto de pequeñas líneas, tomando de la mano a una hermosa anciana, que ante el vertía media sonrisa clavada aun, docenas de flores sobre dos tumbas que compartían el mismo epitafio.
Solís giro las llantas y encamino el pequeño Audi hacia la terracería, cuando Solís pretendió cambiar su decisión ya era demasiado tarde pues las llantas ya escupían pequeñas piedrecillas sobre los cristales del audi rojo, señal de que llevaba una velocidad no muy adecuada para aquel tipo de camino ni de nave.
Por encima de aquel camino justo a su derecha podía ver la carretera infestada de automóviles que pretendían salir de la ciudad, aunque en algunas partes el asfalto había sido privado de su simétrica forma, a causa del sismo que había sacudido a la ciudad hacia apenas doce minutos.
Trinidad, todo ese tiempo había permanecido en silencio salvo por los, incontrolables dolores que le hacían de vez en cuando esbozar algún sollozo, Solís la tomaba de la mano en esos pequeños instantes demostrándole que estaba con ella en todo momento, ella apretaba la suya, señal que entendía el mensaje corporal que le enviaba su marido.
Al dar vuelta para tomar dirección a la ciudad, algo más que ambulancias y gritos de personas Solís escucho un gran estallido, La carretera detrás de el pareció encenderse en una gran llamarada y  un ruido que lo ensordeció. Una pipa de gas estacionario había estallado y un nuevo problema había aparecido en aquella carretera.
Solís por fin, llegaba a una nueva desviación que le haría llegar a la ciudad detrás de unas estructuras derrumbadas dio vuelta ala izquierda y tomo una nueva saliente, en la que ya se podía escuchar mucho mas fuerte las sirenas de ambulancias y patrullas, ante el pequeño audi y ojos de Solís, desfilaban personas cubiertas de polvo y cenizas que marchaban hacia fueras de la ciudad, al mismo Solís le parecía una replica de lo que había visto en televisión el 11-S, se percibía la tristeza en sus rostros, algunos cuerpos cubrían las aceras, docenas de paramédicos corrían de un lado a otro, Solís paro la marcha y trato de buscar algún paramédico que le ayudara, cuando al fin encontró a alguien disponible, un hombre uniformado con un conjunto de camuflaje  le ordeno retirarse de aquel lugar lo antes posible, Solís explico su situación a los dos hombres que de inmediato se dirigieron al auto del hombre, dentro yacía Trinidad, mas blanca que de costumbre con los labios resecos y las manos temblorosas.
El paramédico ordeno a dos hombres mas, el acercar una camilla, enseguida los dos hombres obedecieron la orden, una destartalada camioneta amarilla Ford modelo setenta y nueve, fungía como ambulancia para siete personas que serian conducidas hacia algún edificio los suficientemente alto, Solís y su mujer fueron unidos a las siete personas que ya esperaban sobre la indecente ambulancia, y sin mas  partieron hacia un lugar desconocido.
Por: Francisco Valdez Vidal.

viernes, 3 de febrero de 2012

CAP 3 ¿APOCALIPSIS?...

CAP III
¿APOCALIPSIS?
Aquella mujer, con ojos muy abiertos observaba las imágenes que se proyectaban en el televisor, en la parte inferior izquierda de la pantalla un pequeño logotipo con el nombre del programa anunciaba ya las 12:20 am.
En medio de un reportaje de los nuevos implantes de una actriz famosa, el programa de revista matutino que se transmitía por el canal de mayor audiencia en el país, había cortado la nota y en pantalla se mostraba el anuncio “ALARMA SISMICA”…
La señora Solís se había levantado, tan rápido como le era posible, llego a las escaleras y desde su posición grito a su marido que bajara, Solís bajo las escaleras y un sorpresivo mareo le ataco desde la cabeza hasta los pies, trato de sostenerse en pie pero no era su cuerpo el que temblaba y le provocaba el mareo, las escaleras mismas parecían crujir bajo sus pies. Solís logro bajar las escaleras, tomo a su mujer del brazo y salieron por la puerta, en medio del movimiento telúrico observo a sus alrededores, sus vecinos ya estaban posicionados en plena acera, algunas mujeres lloraban y se tendían al piso, pues era difícil mantener el equilibrio para ellas, los cables que transportaban la electricidad crujieron, las alarmas de los automóviles mas modernos sonaban en todas direcciones, las mismas casas parecían danzar sobre sus cimientos. El movimiento de la tierra parecía no tener fin, esos 5 minutos que duro fueron los más aterradores que hubiese preferido vivir el señor Solís.
Solís cerro los ojos y apretó contra su pecho a su mujer rogando a su Dios que esto terminara, tal vez fuese que su Dios se apiado de el y de miles de almas que clamaban lo mismo.
 El movimiento había terminado, la calma comenzaba a regresar, cuando Solís abrió los ojos sintió alivio al observar que todo parecía estar como antes, salvo por algunas vecinas histéricas, que gritaban y alguna otra comenzaba con largos sollozos, mientras temblaban abrazándose entre sus familiares.
Alguien toco a Solís por el hombro y le pregunto si se encontraba bien, el asintió con la cabeza, pronto cuando recobro las fuerzas el hombre y su esposa se encaminaron hacia dentro de su hogar. Entraron sin cerrar la puerta, dirigiéndose hacia el sillón de terciopelo blanco que se encontraba en la sala. El hombre regreso para cerrar la puerta, pero algo le llamo la atención pues varios de sus vecinos se habían quedado fuera de sus casas, algunos llevaban sus cámaras caseras apuntando hacia el cielo, Solís miro al cielo y se tapo la boca al observar la enorme macha  verde que cubría gran parte del cielo. Le pareció en un ínstate que ya había visto algo semejante, solo que ahora no recordaba donde. Fuese como fuera el miedo le invadió y no pudo evitar sentir como su cuerpo sudaba frio y como cada bello que cubría su cuerpo se erizaba.
La Señora Solís, no podía apartar la vista de su televisor, no hacia eso desde que tenía al menos seis años, en aquel entonces se aparecía su madre por su espalda y le gritaba que se alejara del televisor o se quedaría ciega y jamás la volvería a ver –“ no me volverás a ver nunca ¿eso es lo que quieres?”- sin duda esa advertencia en una niña de su edad era algo con lo que no podía lidiar, pero hoy no estaba Mama para advertir esas cosas, ni mucho menos tenia seis años sino una veintena mas, aunque si mama hubiese estado en ese mismo lugar, seguramente tampoco apartaría la vista del televisor. Y es que por aquellos días los noticieros no hablaban de otra cosa que no fuera, las catástrofes que se suscitaban con mayor frecuencia en el globo terráqueo, pero lo que aquella mañana transmitiría la televisión, sin duda era algo a lo que la mujer de Solís no podía dar crédito.
En el televisor un hombre ataviado con un traje de corte ingles, informaba ante la prensa, que el día de hoy 21 de Diciembre del 2012 un sismo de 8.7 grados en la escala de Richter había tenido origen cerca de las costas de Veracruz a las 12:21 am, por tal motivo se había encendido la alerta de Tsunami en todas las costas del Golfo de México.
-En esos momentos, no tenemos informes de daños, pero se les estará informando, aunque las autoridades pertinentes recomiendan salir cuanto antes de las ciudades cercanas a las costas, los expertos advierten que las olas podrirán alcanzar tierra en unos 20 minutos- El mensaje se repitió al menos unas tres veces mas.
La mujer de Solís, lloraba y se cubría el rostro pues ciertamente, no podía creer que esto estuviera pasando. Solís entro en la sala todavía con adrenalina corriendo por su cuerpo, escucho nuevamente el mensaje que la televisión emitía y sin ningún recato subió a toda prisa las escaleras, cuando el hombre llego a la recamara matrimonial, saco una maleta que e encontraba en el gran guarda ropa, no tubo tiempo de escoger nada del extenso surtido de prendas que se encontraban dentro del mismo, tomo todo lo que pudo y cerro la maleta subiendo medio cuerpo para poder lograrlo, enseguida tomo una maleta mas pequeña que la anterior y bajo las escaleras, aventó la maleta cerca de la puerta y se dirigió hacia la cocina de la cual saqueo la pequeña alacena donde sabia se guardaban las conservas en lata. Tomo  botellas bacías de refresco que aun tenían la etiqueta de la refresquera más famosa del mundo, las lleno de agua de igual manera las metió en la maleta, dirigiéndose otra vez hacia la sala.
Mientras los expertos hablaban en el televisor mostrando mapas e imágenes por computadora del epicentro y el posible tamaño de las olas que azotarían dentro de muy poco las playas, hacían recomendaciones e informaban que se dirigieran fuera de las costas, el ejercito mexicano se haría cargo de manejar la situación para una mayor rapidez y el control de la ordenada salida de los ciudadanos.
La señora Solís comenzó a sentir un fuerte dolor que recorría su espalda; cuando observo entrar a su marido en la sala de nueva cuenta, le comunico que era necesario que le llevara a un hospital. El sillón de terciopelo blanco se tornaba de una gran mancha roja bajo el cuerpo de Trinidad Fernández, la ahora señora Solís…
Por: Francisco Valdez Vidal
Si han llegado hasta estos puntos suspensivos no me queda nada mas que agradecer, su paciencia, esperando que haya sido de su agrado esta primera parte de nuestra novela. ¡¡¡Muchas gracias!!!!!
Esperando sugerencias, quejas, criticas, buenas, malas todo será bienvenido

CAP II "UN CIGARRILLO"

CAP II
UN CIGARRILLO
Solís había tomado en sus brazos a su hermano o lo que quedaba de él, llego en 20 interminables segundos al sillón más próximo de la sala, enseguida trato nerviosamente de marcar el numero de emergencias, minutos después el alboroto de la ambulancia hizo despertar inclusive al perezoso gato de la vecina.
La señora Solís, ya se encontraba en la sala para cuando la ambulancia llego, los vendajes que la muy amable señora Solís había cuidadosamente colocado alrededor de la mano de su mal portado cuñado, solo había reducido la hemorragia, el paramédico realizo su trabajo al entrar en la sala. Enseguida dos hombres vestidos de un naranja muy vivo, con sus apellidos bordados en su pecho, lo colocaron sobre una camilla para proseguir con su ritual, retirándose hacia la ambulancia que con su peculiar sirena se mantenía frente a la casa desde hacía ya cinco minutos. Tres patrullas llegaron dos minutos después que la ambulancia, Las preguntas que el oficial en turno realizaba a Solís, como siempre lo forzaban a ponerse más nervioso, y es que almenas nunca le habían parecido agradables los servidores de la justicia. ¿Qué a que se debían las heridas?, ¿Qué a qué hora había llegado el herido?, ¿Cuándo fue la última vez que le vio?, e infinidad de preguntas rutinarias, para que al final, el oficial terminara diciendo –“LO SIENTO PATRON, NOS VA TENER QUE ACOMPAÑAR”-
-¿Acompañar?- Solís trato de explicar su situación y que solo había llamado a emergencia, ya que ni él sabía si su hermano estaba bien. Solís marco desde su celular a un amigo que afortunadamente trabajaba en servicios públicos, minutos después otro oficial entraba a la sala e intercambiaba, algunas palabras con su compañero. Por el momento Solís era inmune inclusive a extorciones o “mordidas”, uno de los hombres de traje naranja se acerco a la puerta de la casa y menciono si había alguien quien pudiera acompañar al herido para tomar algunos datos y llenar algún papeleo pertinente.
Solís, no quería dejar sola en casa a la futura madre de sus hijos, así que volvió a utilizar la maravilla del móvil, arreglando una fugaz acuerdo con alguna vecina detrás de la bocina, enseguida se despidió de su desconcertada mujer, y cerró la puerta prometiendo regresar cuan pronto le fuera posible. El camino en ambulancia al más próximo hospital público se hizo relativamente tan de prisa que Solís divago en broma, ((algún día conseguirse una sirena de aquel tipo para poder llegar más temprano al trabajo))). Pensamientos tan tontos en momentos como aquellos eran recurrentes en aquel hombre pues desde pequeño había preferido pensar en otras cosas antes de preocuparse, como aquella ocasión en la que cuando niño, callo de la bicicleta y se descalabro, lo primero que había pensado era si la chica que pretendía impresionar lo estaba viendo y si realmente la abría impresionado…
Al llegar al hospital, Manuel fue transportado de prisa hacia la sala de emergencias mientras su regordete hermano, llenaba una serie de papeles que le presentaba una linda chica vestida de blanco, después de palomear varias opciones y firmar la ultima hoja, la malhumorada chica que ahora ya no se veía tan linda, le dijo que tenía que esperar fuera de la sala pues dentro del edificio no podía esperar nadie, Solís pensó en poner una queja después de todo el alboroto, pero así como él lo pensó en ese momento, decenas de personas lo habían pensado y el servicio seguía siendo el mismo.
 El hombre salió del edificio, se percato que la temperatura era muy baja y lamento no haber tomado algún suéter que le cubriera además la lluvia comenzaba a caer de nueva cuenta. Bajo aquel techo grasiento de la parte exterior de la sala de emergencias algunas personas se apretujaban, para no mojarse, alguien resbalo y algún otro esbozo alguna risilla, Solís comenzó a malhumorarse y decidió buscar algún lugar donde comprar un cigarrillo, por suerte frente al pequeño hospital se encontraba una de esas tienditas que abren las 24 hrs, donde parece regla que un ancianito calvo y de gran bigote atienda, el hombrecillo de la tienda entrego una cajetilla de cigarrillos y un encendedor, con veinte pesos de cambio. Que solo dejo sobre su mostrador para que Solís tomara su mercancía.
El teléfono de la casa Solís sonó, y no tuvo oportunidad de sonar la segunda vez pues la nerviosa mujer de Solís tomaba ya la bocina y contestaba –BUENO-, como lo esperaba desde antes de contestar era su marido, quien ya le contaba que posiblemente, esto duraría hasta bien entrada la mañana, le recomendó mejor dormir, y no preocuparse a demás el joven Manuel siempre estaba metido en líos y esta no era la primera vez que se metía en la sala de emergencias, bromeo con su mujer diciendo que para la próxima ocasión tenía que llevar su tarjeta de visitante frecuente al hospital, alguien tosía detrás de la bocina y Solís no se molesto en preguntar si, la amable vecina había llegado ya a casa para acompañarle la velada entera , los dos se despidieron pero Solís se quedo esperando hasta escuchar el “clic” detrás de la bocina.
4 am
Las cuatro marcaba el reloj de pulso que portaba Solís, a aquel hombre no le importaba desvelarse hoy pues en su trabajo tenía permiso de no presentarse en dos semanas, las vacaciones le habían caído de maravilla pues los problemas de salud de su mujer y este ultimo incidente, en otro momento hubieran sido desastrosos, cuando Solís se preparaba para prender otro cigarrillo, algo llamo mucho mas su atención, un hombre que se encontraba a su derecha, tomaba fotografías con su celular al cielo, Solís levanto la mirada automáticamente para saber porque razón tomaba fotos aquel hombre, y es que el cielo se tornaba de nubes color lila, cosa muy extraña pues el sol no saldría hasta dentro de al menos dos horas más, el cielo se iluminaba de momentos con los rayos propios de una tormenta como la que parecía caería dentro de algunos minutos, Solís no se pudo contener y de igual manera que ya la mayoría de la gente maravillado tomaba fotos con su celular evitando que se mojara con la lluvia, mientras alguien llamaba en voz alta ((((Manuel Solís algún familiar de Manuel Solís)))).
Solís fue dirigido hacia adentro, un medico se presento ante él, refiriéndose a sí mismo como el Dr. Méndez, le explico que el estado de Manuel ya era estable, la pérdida de sangre había sido mucha pero que sobreviviría, pero tenía que quedarse al menos unos días, por el momento el muchacho estaba inconsciente y recobraría el sentido hasta después de unas horas más, el médico explico aun cosas más complicadas que Solís no entendió ni una sola palabra pues el letrado hombre medico utilizaba ese lenguaje extraño que solo alguien con estudios en medicina es capaz de entender, Solís pregunto solo si su hermano viviría, a lo que el médico se limito a decir que si, la sonrisa en Solís regreso, antes de que el médico se retirara Solís quiso hacer una pregunta mas -¿Cómo es que Manuel había perdido tres dedos?, el médico menciono que cuando Manuel recobrara el conocimiento y pudiera platicar con el señor Solís le tenía que decir que, eso de dejar que le muerdan en una pela no es buena idea pues hoy había perdido tres dedos por una gran mordida…
La mujer de la recepción le sugirió a Solís que si quería visitar a su hermano lo tenía que hacer, hasta la mañana siguiente, el hombre se retiro de la “sala de espera”.
Al salir noto un gran murmullo en grupos de personas alguien decía.
 –¿Lo has visto?- otros más decían – ¿Eso en verdad paso?-, -¡¡Eso fue hermoso!!-, otros más pensaban lo contrario, - ¡¡Dios!! fue espantoso- Una mujer arrodillada se persignaba y declamaba algunas frases religiosas al cielo.
Ciertamente ahora ya no llovía, y el cielo con pocas nubes que dejaban entrever las estrellas tan brillantes, mientras el reloj seguía su marcha desvaneciendo ya las pocas estrellas y los murmullos entre la gente.
Solís permanecía en silencio esperando las primeras luces matinales para poder tomar algún taxi seguro que le llevara a casa, para por fin descansar, al menos un poco para regresar después de las 10 am, para cobrar factura a su pequeño hermano mientras se preguntaba ¿que sería lo que había pasado para que la gente se comportara de esa manera?, alguien junto a él le decía que el apocalipsis había comenzado, a lo que Solís tubo que taparse la boca para que no salieran las carcajadas, después de unos minutos todo fue olvidado, mientras una a una las personas eran llamadas por los nombres de sus familiares…
Cuando las cinco aparecieron en el reloj Solís se dirigió hacia un taxi y tomo dirección hacia su hogar, el andar del taxi era lento, a es ahora mucha gente sale del pequeño suburbio para trabajar en la gran ciudad, muchas veces Solís había salido a la misma hora para trabajar en una pequeña fábrica de zapatos de la cual era el auxiliar contable, y sabia lo complicado que era avanzar en aquella pequeña carretera, el joven que maniobraba el tsuru bicolor, hablo por encima de su hombro, preguntando si no le molestaba que pusiera algo de música, a lo que Solís contesto que no le molestaba, pues no quería quedarse dormido, en medio de una alocada canción de Heavy metal, la programación se interrumpió, para dar paso a una nota de último momento, el conductor del taxi, se molesto y decidió reproducir su lector de mp3, la radio fue interrumpida justo cuando alguien decía que la noche lluviosa fue “apagada”, por un raro resplandor producto de…
Nuevamente la música heavy sonaba y el conductor movía su cabeza mientras abría los labios diciendo “MASTER, MASTER, MASTER OF PUPPETS”…
El taxi giro a la derecha en la salida de la carretera y se dirigió hacia la zona habitacional, al pasar por la pequeña caseta de guardia, se detuvieron pero nadie salió a impedir el paso ni mucho menos a pedir una explicación de la presencia del taxi, así que prosiguieron, a Solís le pareció extraño que José, el guardia en turno no estuviera en su lugar a esa hora, se incorporo del asiento para asomarse nuevamente a la cabina del guardia, mientras el taxi se alejaba Solís observo a José acercarse muy lentamente a la caseta llevaba ese horrendo uniforme azul celeste, pero había algo más en el azul de su pantalón, por la distancia Solís pensó que José había derramado café sobre su pantalón, pues parecía estar muy manchado, tal vez por esa razón no se acerco “pudo mas su vergüenza que su deber” –Buenos guardias tenemos- pensó Solís mientras Extendía un billete al conductor del taxi, después de intercambiar algunas palabras el taxista se retiro subiendo el volumen de su transporte. La mañana ya había llegado y los primeros rallos de sol se dejaban ver, el hombre se dirigió hacia la puerta y dio vuelta con su llave, adentro un rico olor a café recién preparado le anuncio que su mujer ya se encontraba despierta, él le saludo y ella le regreso el saludo, Solís conto lo que el médico le había dicho y le anuncio a su mujer que por el momento prefería dormir un poco, su mujer le acompaño a la habitación superior le arropo como si fuera su propia madre y le dejo durmiendo. Mientras ella bajaba a seguir viendo las noticias que un tipo vestido de “payaso vagabundo”, daba por la tv matinal.

Por: Francisco Valdez Vidal.

CAP I "UNA FAMILIA FELIZ"

8:55 pm
Las llantas del pequeño “Audi rs2” rojo, giraban tan lento, que el pequeño auto se movía a tan solo a 20 km/h, la razón por la cual se moviera a esa velocidad era según el Señor Solís el motivo mas grande de su vida y es que en el interior del vehículo, transportaba mas de un copiloto.
La Señora Solís, se encontraba demasiado cansada,  como para escuchar el parloteo de su marido, que emocionado le contaba todo lo que haría cuando su primogénito llegara. ¡¡¡Que si la cuna azul, que si se levantaría en las madrugadas para menguar su llanto mientras ella descansara y todas aquellas cosas que un primerizo padre se propone!!! Aunque a los primeros meses fuera asunto olvidado, además siete meses de embarazo no era cosa sencilla.
La futura madre, miraba su reflejo en el cristal de la ventanilla del pequeño auto con la cara pegada al asiento de cuero negro, mirando por encima de su reflejo se dio cuenta que el resto del camino a casa, duraría un poco mas de lo acostumbrado, pues a alguien se le había ocurrido que aquella carretera era sitio adecuado para averiguar si un pequeño Volkswagen era capaz de competir en tonelaje con un tsuru, el resultado jamás se sabría pues los dos  autos quedaron destrozados, y los conductores irreconocibles. Además a quien le importaba aquel resultado, el problema era que la carretera estaba infestada de patrullas y dos ambulancias, una con un aspecto a carroza fúnebre y el avanzar era cada vez más lento. Cuando la creciente Familia Solís por fin salió de aquel embotellamiento el reloj marcaba ya las 11:00 pm, 100 metros mas adelante el “audi” giro en una saliente de lado Derecho, que encaminaba hacia una pequeña zona habitacional.
Por un momento mientras cruzaban el ultimo tramo antes de llegar a casa, La señora Solís, menciono querer detenerse en la casa de su amiga Patricia, y presentar su condolencias ante la inminente muerte de su padre y que por motivos de salud del embarazo no había podido asistir antes, Solís miraba a su esposa y explicaba a su vez que esas no eran horas pertinentes de hacerlo además ya habían pasado tres días y Patricia entendería ella siempre había sido muy comprensiva. La señora Solís un poco molesta acepto y entendió el mensaje que le hacia llegar su marido.
El clima en aquellos días no había sido de lo mejor, las mañanas habían sido muy frías y nubladas, las tardes aun mas frías y con aquel “chipi-chipi” que molesta, para dar paso a reales “aguaceros” por la noche, pero aquel día en especial había sido bastante raro por la mañana había salido el sol y disipado las pocas nubes matinales, la tarde había sido agradable o al menos eso fue lo que el señor Solís, le había contada a su mujer, pues cuando tuvieron que descender  del auto para introducirse en la casa, la lluvia comenzaba a cobrar un verdadero sobrenombre de diluvio. El señor Solís saco un gran paraguas y enseguida ayudo a salir a su mujer del automóvil y juntos se dirigieron hacia el interior de su hogar.
La señora Solís, recorrió lentamente el subir de las escaleras hacia la alcoba superior que resguardaba el único lugar en el que se había sentido segura desde el inicio de su vida conyugal, mientras Solís se encargaba de preparar una tibia taza de té para su mujer, cuando al fin se dirigió hacia su alcoba Solís encontró a su mujer sumergida en un sueño tan profundo que decidió no molestarla y bajar a la sala a mirar un poco la televisión, pues aunque no lo quisiera admitir eso del embarazo de su mujer lo tenia bastante preocupado; tres visitas al hospital antes del octavo mes no era nada muy común, pero el doctor siempre le decía que se preocupaba demasiado el Doctor decía “CUANDO EL PEQUEÑIN QUIERA LLEGAR AL MUNDO LO HARA, NO ANTES NI DESPUES”.
Solís por su parte, no dejaba de preocuparse ante cualquier malestar de su mujer, hundido en sus pensamientos dejo de prestar atención a la televisión lo ultimo que logro entender del mensaje de un tipo con bata era, algo relacionado con la lluvia y su posible relación con…
Solís no miraba ya la televisión sus ojos estaban centrados en la fotografía ampliada que adornaba el centro de su sala, en la cual se veía una pareja tomada de las manos, el un hombre de tez blanca con aquella sonrisa que demostraba una gran felicidad, los ojos verdes con un brillo especial el cabello obscuro, de gran corpulencia, algo pasado de peso enfundado en un traje gris, con una horrenda corbata amarilla y lustrosos zapatos de charol regalo de su mejor amigo… Ella de no más de 170m de estatura pues el hombre del retrato le sacaba al menos unos 10 cm, de figura delgada aunque si se miraba con verdadero detenimiento su abdomen parecía algo abultado, con grandes ojos amielados, tez blanca demasiado blanca, el cabello castaño adornaba el contorno de su infantil rostro, con la sonrisa que decía mas que mil palabras, el vestido color blanco cubría toda la parte inferior del cuadro…Solís miraba la imagen y se imaginaba estar ahí mismo sentado, en unos veinte, treinta, o cuarenta años, tomando de la mano a la misma mujer con la que compartía los gemelos anillos de compromiso desde hacia 4 meses. Solís cerraba los ojos y el sueño comenzaba a llevarle aquel mundo en el que nada ni nadie el podía lastimar… Pero toda esa calma se disipo con un espontaneo golpe en su puerta, seguido de gritos de alguien detrás profiriendo –“Soy yo ¡¡¡Manuel!!! Déjame entrar por favor”-
Solís sabia que el hombre detrás de la puerta era Manuel su hermano menor, y que siempre estaba metido en problemas así que pensó, que esta vez seria como todas aquellas veces en la que lo molestaba por dinero, abrió la puerta y con una mueca de enojo le grito que este no era el mejor momento ni las horas pertinentes de tocar así la puerta de un hogar decente, pero Solís se quedo mudo al observar el aspecto de su hermano, Manuel sangraba de la cabeza y su ropa estaba echa harapos, manchada completamente de sangre. Mientras se sostenía de la puerta Solís noto que su hermano había sido privado de tres dedos y ahora se desvanecía justo delante de sus pies, manchando de sangre todo lo que rosaba su cuerpo destrozado… 
Por: Francisco Valdez Vidal